Festival de Cine Latinoamericano: 40 años de utopías (+Fotos)
Por: Maya Quiroga
Fotos: Juan Carlos Borjas
Con la presencia de Alpidio Alonso, Ministro de Cultura de Cuba, comenzó en el teatro Karl Marx la edición 40 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.
Un concierto de la cantante Haydée Milanés junto a su grupo fue el preámbulo de la celebración. En el recital se evocaron diversas sonoridades de un Continente donde la canción ha sido hilo conductor de las luchas contra los gobiernos dictatoriales. Así, Haydée comenzó a darle Gracias a la vida, de la mano de Violeta Parra, para luego desearle muchos años más al Festival y agradecer a su presidente, Iván Giroud.
En un ambiente, siempre intimista, fue marcando el recorrido por parte de lo más valioso del cancionero latinoamericano y por algunos temas que han signado la cinematografía regional.
Haydée nos regaló sus versiones especiales de una canción anónima como La llorona; luego le siguieron: Comenzar de nuevo (Iván Lins); ¡Oh! ¿Qué será? ¿Qué será?, de Chico Buarque; finalmente llenó los sentidos con piezas de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, dotadas de arreglos bien contemporáneos donde destacaba el meritorio trabajo de Dayron Ortiz, en la guitarra eléctrica y Andrés Cuayo, en la percusión. No podemos dejar de mencionar a Roberto Gómez, en la guitarra; José Raúl, en el bajo acústico y al maestro Enrique Plá, en la batería.
Te conozco y El Unicornio Azul, de Silvio; Ámame como soy y Yolanda, de Pablo, arrancaron aplausos a los presentes. El concierto concluyó con esa suerte de himno a la esperanza que es Yo vengo a ofecer mi corazón, de Fito Páez.
Durante la ceremonia, el señor Adrián Solar, presidente de la Federación Iberoamericana de Productores Cinematográficos Audiovisuales (FIPCA), hizo entrega a Iván Giroud, en representación del Festival de Cine Latinoamericano, de un Premio Especial Platino, por la difusión de la cinematografía regional en los últimos 40 años.
A continuación, la presidencia del Festival entregó un Premio Coral de Honor al Instituto Sundance –fundado en 1981 por el director de cine norteamericano Robert Redford– que desde hace tres décadas ha desarrollado una estimable labor en pos de la educación y la formación de los nuevos cineastas cubanos. El lauro fue recibido por Michelle Satter, directora del programa de cine del Instituto, y Paul Federbush, director del Programa Internacional.
Los representantes del Instituto Sundance recordaron los proyectos de esa institución con la televisión cubana, para la producción de una serie de documentales; los trabajos desarrollados con compositores de música para cine, la presentación de filmes norteamericanos en Cuba y el impulso a 30 cineastas jóvenes de la Isla como parte de un intenso diálogo artístico y cultural.
Otro Coral de Honor fue a parar a manos de la reconocida productora mexicana Bertha Navarro, con una notable contribución a la cinematografía de su nación y de otros países como Ecuador y Chile. Bertha también ha dado su aporte a la formación de nuevos guionistas, músicos, directores y actores de la región.
En sus palabras de agradecimiento, la productora calificó al Festival de La Habana como “el más querido” y de Cuba –dijo– que ha marcado gran parte de su vida y ha sido un referente, una guía y una esperanza.
Un audiovisual, realizado por Luis Ernesto Doñas, nos trajo a la memoria momentos de la historia del Festival, desde un Noticiero ICAIC Latinoamericano donde se recogía la primera edición de la cita, desarrollada del 3 al 10 de diciembre de 1979. Estuvo presente el homenaje a los padres fundadores como Fernando Birri, quien desde la eternidad conminaba a los presentes a “construir nuevas utopías” junto a Pastor Vega, Julio García Espinosa, Alfredo Guevara, Gabriel García Márquez y el Comandante en Jeje, Fidel Castro Ruz.
¿Qué hacer ante el peligroso avance de la derecha neoliberal?, se preguntó Iván Giroud, en su discurso inaugural poco antes de presentar al director serbio Emir Kusturica, autor del documental El Pepe, una vida suprema.
En este documental del tipo interactivo, con un alto vuelo poético, Kusturica va retratando a José Mujica, presidente uruguayo entre 2010 y 2015, un hombre excepcional por su humildad, su sabiduría, su vertical sentido de la justicia social y una existencia marcada por el dolor, pero en total consonancia con el medio ambiente, porque Mujica está convencido de que no puede haber cambio en ninguna sociedad, si no está presente el papel transformador de la cultura, en su sentido más holístico.