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Rostros de una ciudad: su gente y su luz

Por: Maya Quiroga

Fotos: Tomadas de Cubacine

El realizador Arturo Santana ha transitado con éxito por varios géneros dentro del audiovisual cubano contemporáneo. Sin alejarse de las esencias primigenias del video clip y del largometraje de ficción incursionó en la miniserie documental Selfies. Rostros en la pandemia, una producción del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) que en 15 capítulos ofrece los testimonios de un grupo de cubanos acerca del impacto que ha dejado en sus vidas el nuevo coronavirus SARS-CoV-2.

Selfies Icaic
Selfies. Rostros en la pandemia le da continuidad a su más reciente filme Habana Selfies y forma parte de una “franquicia”, soñada por Santana donde confluyen la arquitectura habanera y los semblantes de los seres que pueblan esta urbe.

 “Realmente la miniserie tiene conexión, casi evidente con Habana Selfies film puesto que cuando me proponen hacer algo en torno a lo que está sucediendo en La Habana con la COVID-19 me pregunté: ¿cómo estarán ahora mis personajes habaneros comunes? Y a partir de ahí me tracé la idea de buscar sus rostros y que se hicieran exactamente un autorretrato digital que es también el enfoque de la película. Creo que, sin una, no hubiera existido la otra”, dijo el realizador en exclusiva para CUBANOW.

 ¿Cómo logró interesar al Icaic en este producto audiovisual que se asemeja más al reportaje periodístico o la crónica? ¿Eso obedece a una estrategia del Instituto para diversificar sus producciones y estar presentes en diferentes tipos de pantallas (léase cine, televisión y redes sociales)?

–Casi en el pico de la pandemia pasé por el Icaic. No tenía noticias de nada ni de nadie. Todos estábamos en confinamiento. Coincidí con Ramón Samada, su presidente y supe que estaban interesados en que un director realizara un material audiovisual acerca de lo que estaba sucediendo con el objetivo de ofrecer esperanza en medio de aquel marasmo de miedo que tenemos todos por la enfermedad y la soledad.

“Nunca hablamos de género. Me dijeron que estaba destinado a las redes sociales. Los destinos marcan, por supuesto, los productos en grandísima medida. Comprendí que debía tener una determinada dramaturgia, encuadres, duraciones, tiempo, estructura y ahí empecé a ver por dónde nos íbamos.

“No podíamos hacer un material muy largo por el tema de los megas para conectarse a Internet en Cuba. Tenía que ser un pistoletazo y nada mejor que mezclar géneros y juegos formales, como siempre hago. Pensé en una miniserie documental, con la síntesis del spot publicitario y del clip, presentes en el tratamiento vivo de la imagen y en el montaje. Nada mejor que el cine encuesta, testimonial con dos preguntas comunes clave para todos: ¿Qué has aprendido durante la pandemia? y ¿Qué harás cuando te salves?

 “Traté, por todos los medios, de no superar los cinco minutos. El más largo es el de Fernando Pérez, por ser quien es, y tiene más de cuatro minutos. Al parecer lo que me propuse funcionó. Estoy muy satisfecho con el resultado. Me encanta la aceptación que ha tenido. Después de entregar la miniserie pasó, automáticamente, a la televisión. Muchas personas lo piden y sería interesante que se transmitiera en otros espacios –como la programación de cambio–, porque no la han podido ver a través de las redes sociales o la Mesa redonda”.

¿Cuáles fueron los criterios seguidos para la selección de los entrevistados?

–Es imposible querer abarcar toda una sociedad desde el punto de vista político, ideológico, económico. Al menos buscamos representatividades mínimas. Quería ver eso en un arco de posibilidades lo mayor posible: desde un campeón olímpico, un pianista de concierto hasta un barredor de calles.

“Quería moverme desde la A hasta la Z, 180 grados. Quizá no lo abarqué todo: alguien me pide algo más, siempre sucede. Yo sugerí algunos nombres y les di libertad a mis asistentes para escoger otros. Me trajeron esta propuesta que está en la miniserie y me parece que funcionó para la intención que tenía de escuchar lo que la gente piensa sobre lo que está sucediendo”.

¿Repitió con el mismo equipo de realización de la película o hubo algunos nombres nuevos?

–En la miniserie hubo algunos nombres nuevos pero casi todos estamos juntos desde hace tiempo rodando musicales, documentales, mis películas. Mi equipo es maravilloso y no me canso de aprender de ellos. Hay un intercambio de cariño y respeto mutuo. Eso no significa que cada quien no esté en su lugar. Para mi es un placer escucharlos, intercambiar mis ideas y llevarlas a efecto.

Acerca de Habana Selfies ha manifestado que las historias son una suerte de autorretratos de seres vivos en una ciudad que se debate entre la luz y las sombras. En el largometraje de ficción la dirección de fotografía e iluminación está en función de crear determinadas atmósferas. ¿Fue ese el propósito visual en la miniserie?

–La propuesta visual del enfoque de los personajes tiene un punto de contacto con la película porque todos son seres vivos que están en la ciudad, a expensas del amor, del miedo, de la muerte que los acecha.

“El tratamiento de la luz y del carácter es totalmente paralelo en ese sentido y tiene una gran conexión evidente en ambos casos. Sin ese enfoque nunca hubiera abordado la película ni la miniserie porque para mí lo más importante de esta ciudad es exactamente su gente y su luz.

“Entonces quise recoger esos mismos lugares que mi fotógrafo y yo ya había iluminado en otros momentos y en la postproducción de la película –ahora que estaban desiertos– para tratar de encontrar esa imagen digamos que melancólica de Habana Selfies film buscando igualmente la melancolía de la soledad y los vacíos en Selfies. Rostros en la pandemia”.

Hay una tendencia en algunas televisoras a trabajar con grandes equipos de producción mientras que otras abogan por reducir sus equipos. ¿Cuál es su opinión al respecto? ¿Qué considera más factible desde el punto de vista productivo en estos tiempos de pandemia?

–Los criterios de producción dependen de los enfoques que tenga cada casa productora, cada soporte. Una periodista de Prensa Latina Televisión, muy capaz, me entrevistó y vino sola con su cámara, hizo el sonido, editó la entrevista y la publicó. En muchas partes del mundo los periodistas, en muchas ocasiones lo hacen todo. En otros, no. Las televisoras llevan siempre otro andamiaje. No soy quien para decir cómo se deben producir las cosas. Creo que cada cual debe hacerlo según sea su soporte.

“En tiempos como estos todo tiene que ser enlazado, preciso, sintético, de lo contrario comienzan los peligros, inclusive para la salud. En mi caso fue así con la miniserie: salimos los necesarios y nos cuidamos mucho. Hubiera querido que viniera más gente para seguir divirtiéndonos, pero no quería ver a nadie en un hospital. Tuvimos todos los cuidados del mundo, tomamos todas las medidas de seguridad. Por supuesto que nos arriesgamos igual que otros que se arriesgaron en momentos como estos”.

¿Qué aprendizaje le dejó esta manera de laborar en tiempos de Covid-19?

–El cine es un espacio donde estás constantemente aprendiendo. Es un aprendizaje infinito. Cuando estás rodando tomas decisiones que después las concientizas y te das cuenta de que aprendiste algo.

“Salí a hacer lo que tenía que hacer y me fortalecí bastante. Se probó el equipo, nos probamos todos, los llevé un poco al máximo para cumplir el plan de producción y aprendí que es posible hacerlo todo sin que atente contra los mínimos parámetros de calidad, de realización y de estética.

“Es muy importante la selección que hagas de tu staff, de sus capacidades. Hicimos una suerte de trabajo en paralelo. Le pasábamos las cosas al editor para que empezara a armarlo todo sobre la marcha. Se trataba de cumplir todos los plazos, todos los procesos, todos los pasos en los que uno concibe un material de esta índole en tiempos de la posible normalidad o de la normalidad otra. Eso se logra cuando tienes muy claro lo que quieres, muy bien seleccionado el equipo y muy bien sintonizado”.

Acaba de rodar otra miniserie, Anónimos en la pandemia, producida por Cinesoft (Empresa de Informática y Medios Audiovisuales). ¿Qué nos puede adelantar al respecto?

–Ya debo comenzar a editar esta otra miniserie con una estructura muy parecida, arrastrando cosas de la anterior, independientemente de que tendrá su carácter y es otra la casa productora. Mantenemos lo que logramos en Selfies. Rostros en la pandemia: ese discurso sintético, humano, directo, hermoso a veces, para encontrar la poesía. Son materiales que estarán conectados muy subterráneamente, pero con personalidad propia.

“Se llama Anónimos en la pandemia porque hubo gente, existe aún, que está trabajando para que los demás se salven. Está presente desde un torrero que se sube encima del hotel Habana Libre para que todos se comuniquen en el confinamiento, hasta los niños que han estado en sus casas, entre cuatro paredes, para proteger su salud, el maestro que impartía las clases por televisión, los técnicos que le colocaron el micrófono al maestro, es decir, esas personas anónimas que facilitaron un poco la vida, la subsistencia, no solamente física sino mental, de todos nosotros”.

¿Cuáles son los nuevos proyectos cinematográficos que lo inquietan?

“En cuanto a largometrajes estoy tratando de levantar el volumen dos de Habana Selfies para cerrar el círculo de esta posible franquicia habanera. Quiero hacerla con historias netamente de amor y desamor durante la COVID-19 pero, en el fondo, está la ciudad. La pandemia nunca va a pasar a primer plano. Nunca será protagonista el miedo –está detrás– si lo serán los protagónicos de Habana Selfies (volumen 1), de Selfies. Rostros en la pandemia y algunos nuevos que introduzca.

“Me tiene muy cautivado esta idea de volver a retomar esa estructura, de volver a ver el destino de algunos personajes, ahora pasados por otro tamiz, quienes desenfrenan su amor en tiempos de COVID-19”, concluye el realizador.

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