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El acompañante: la nota precisa en cada uno de los actores

Muchos son los lauros que avalan la calidad del filme cubano El Acompañante (Pavel Giroud, 2015).

 

Por: Maya Quiroga

 

En el Concurso Caracol 2016 –que organiza cada año la Sección de Cine y Televisión de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) – se alzó con varios de los galardones: Gran Premio de Ficción, Mejor filme de ficción, Premio de guion y dirección para Pavel Giroud. El director de fotografía Ernesto Calzado recibió un Premio especial del jurado, en tanto Lilianne Rodríguez Nieto y Antonio Aníbal López León obtuvieron el Premio de producción.

Anteriormente este largometraje había resultado avalado por varios premios internacionales. El primero de ellos lo obtuvo en 2010 cuando José Luis Borau (Zaragoza, 1929-Madrid, 2012), quien fuera director, productor, crítico cinematográfico y Presidente de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), le entregó a Giroud, el Premio Julio Alejandro de la SGAE al mejor guion Iberoamericano.

Tres años después, El Acompañante gana el lauro al Mejor Proyecto en el Foro de Coproducción del Festival de Cine de San Sebastián. Hoy es la primera película nacional, rodada de manera independiente, que el Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos (ICAIC) propone como candidata a los premios Goya,  Oscar, César y Ariel.

El Acompañante demoró casi un lustro en concretarse. Como es conocido, por la parte cubana las entidades productoras fueron Lía Rodríguez y Antonio López mientras, por la parte internacional contó con el apoyo de Areté Audiovisual S.A. de Panamá. En calidad de coproductores estuvieron además Tu Vas Voir (Edgard Tenembaum), de Francia; Igolai Producciones (Gustavo Pazmín Perea), de Colombia y Nativa Pro Cinematográfica (Delfina Catalá-Alexandra Solórzano), de Venezuela.
Con un guion escrito por Giroud, Pierre Edelman y Alejandro Brugués, la película El Acompañante está ambientada en la Cuba de los años ochenta cuando se descubrieron los primeros casos de VIH/Sida en la Mayor de las Antillas.

Centra su historia en la amistad que surge entre Daniel Guerrero, un paciente portador de VIH, interpretado por Armando Miguel Gómez y Horacio Romero, el más grande boxeador cubano del momento quien acaba de dar positivo en una prueba de antidoping y recibe como castigo la misión de acompañar a Daniel en el sanatorio de Los Cocos donde se encuentra internado.

Para la preparación de sus personajes tanto Armando Miguel como Yotuel se entrevistaron con varios enfermos de Sida y se adentraron en la lectura del testimonio aportado por uno de esos hombres que conoció de cerca la realidad de Los Cocos. No en balde, Armando Miguel considera que este es el personaje más difícil que le ha tocado interpretar en su corta pero fructífera carrera dentro del séptimo arte.

Por su parte, el líder del grupo de rap Los Orishas se acercó al destacado boxeador cubano Héctor Vinent Carón (1972), quien es bicampeón olímpico (Barcelona, 1992 y Atlanta, 1996) y mundial (Tampere, 1993 y Berlín, 1995), con la intención de absorber su personalidad y su hasta su forma de mirar. “Quería realmente parecer un boxeador. La escuela cubana de boxeo es algo muy importante para mí”, explicó Romero.

Yotuel no era el artista que en un principio iba a interpretar este personaje pero a mi juicio supo hacerlo suyo con carisma, espontaneidad y una gran dosis de humildad al dejarse guiar no solo por Giroud  sino por el resto de sus compañeros.

“Cuando me enviaron el guion de inmediato me enamoré del personaje y quería hacerlo porque me sentía motivado. Me presenté al casting y a partir de ahí tuve un mes para prepararlo. Recibí clases de dicción para recuperar el acento cubano. También me  entrené un poco como boxeador. Me encantó la experiencia”, asegura el cantante devenido actor.

Uno de los aspectos más destacables del filme fue la dirección de fotografía de Ernesto Calzado quien le imprimió gran verosimilitud a la imagen de una época ya pasada pero que aún permanece viva en la memoria colectiva porque coincidió con el fin de la bonanza económica y la caída del Campo Socialista con su inevitable secuela de crisis económica y de pérdida de valores en la Isla.

 El Acompañante es una película siniestra, oscura, como el ambiente de enclaustramiento donde se desarrolla la mayor parte de la trama. Sin embargo, dentro de las secuencias del largometraje tienen una belleza muy especial aquellas que corresponden con el entrenamiento del boxeador y el momento de su victoria y recuperación moral ante los ojos de la sociedad. Hay un cuidado extremo del valor de cada plano, el montaje coreográfico y la utilización de los recursos que integran la banda sonora, entre ellos la música original compuesta por Ulises Hernández para la película.

Allí estuvo la mano certera de Giroud, quien también se desempeñó como director de arte junto a las diseñadoras de vestuario Celia Ledón y Lisandra Ramos y el estilista Pavel Marrero quien tuvo a su cargo el maquillaje y la peluquería.

Si hay algo que distingue a Pavel es su trabajo como director de actores y aunque sin dudas se rodeó de un elenco de lujo integrado por Camila Arteche, Yailene Sierra, Jazz Vilá, Salvo Basile, Jorge Molina, Yerlín Pérez, Iván Colas y Broselianda Hernández, supo extraer de cada uno la nota precisa, sin estridencias y con mucha contención.

Todos demostraron que no hay personajes pequeños cuando de grandes actores se trata. Uno de los mayores aciertos del director fue apostar por el humorista Michel Pentón para un registro en el cual este joven intérprete nunca antes había incursionado y que logró hacer con mucha credibilidad.

Pavel atrapó a los actores y actrices con un guion, en el que todos coinciden, los emocionó hasta los tuétanos, por sus matices, contrastes, contradicciones. Esos ingredientes, de alguna manera, están presentes en el filme pero quizá no en la medida y proporción adecuadas.

No obstante, el drama universal que cuenta El Acompañante: la  lucha por alcanzar nuestros sueños en medio de cualquier adversidad, salva a la película de cualquier extravío que pudiera haber tenido a la hora de llevar a la pantalla la letra muerta de un guion con grandes valores artísticos.

 

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