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El debut de Fernando Hechavarría

Por: Taissé Del Valle Valdés

Foto: Cubadebate

Fernando Hechavarría es actor de teatro, cine y televisión. Recibió el Premio a la Mejor Actuación Masculina en Cine, un medio que le apasiona, en el concurso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en 1996. En su decursar como actor se ha dedicado al magisterio en El Público, grupo teatral que dirige Carlos Díaz y del cual, Fernando forma parte desde hace ya varios años. Para El Público ha interpretado con notable éxito papeles protagónicos en obras como Calígula de Albert Camus, El Rey Lear de William Shakespeare o El Público de Federico García Lorca.

Y su trabajo en televisión también ha sido relevante sobre todo en las series Cuando el agua regresa a la tierra, Tierra Brava, Las huérfanas de la Obrapía. Lo que nunca antes había hecho Fernando en su larga y destacada trayectoria artística fue asumir el reto de la dirección de actores. Reto al que se enfrentó durante dos meses antes al rodaje de la más reciente propuesta televisiva Vidas Cruzadas y durante los casi seis meses que duró la filmación.

“Es la primera vez que hago la dirección de actores para un material audiovisual, pero eso tiene su génesis en la labor docente. Llevo veinte años impartiendo clases en el la Universidad de Las Artes (ISA) y en la Escuela Nacional de Arte (ENA). Soy parte del claustro y eso propició que la directora de la telenovela, Heiking Hernández Velázquez, de alguna manera aceptara mi trabajo con los actores, por dos razones bases.

“En primer lugar, porque uno de los puntos neurálgicos en la formación de los nuevos directores es el trabajo con los actores, uno siente que hay como una especie de déficit ahí, entonces esto ayuda a adelantar el trabajo con los actores y a que todos vayan por un mismo carril, que hablen un mismo lenguaje. Al mismo tiempo este trabajo con jóvenes es un proceso de aprendizaje para ellos, pero nunca en ninguna medida suplir sus funciones. Siempre digo que tiene ser un matrimonio muy bien llevado.

“En el caso de los actores consagrados, en el mundo se hace por una razón lógica, y es que eso adelanta camino y cuando llega a manos del director, previo acuerdo entre director de actores, el tiempo de producción se acelera mucho. Fueron tres meses antes de la filmación y también durante el proceso de grabación en el set o bien paralelo se seguía trabajando.

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“No quise actuar y ser director de actores a la misma vez por una razón elemental. Y es que la dirección de actores es un trabajo muy complicado, hay que dedicarle 24 horas del día y todas tus neuronas. Es hacer para 40-60 actores lo que tú haces para ti mismo cuando trabajas como actor. Requiere una capacidad, una concentración que yo creo no podría llevar ese paralelismo, al menos no en este momento.

“Quería tener una garantía ya que la Casa Productora y Heiking habían confiado en mi capacidad para inducir a los actores por el camino que ella quería, quise dedicarme a eso y que fuera lo mejor posible, siempre es perfectible. Creo que es una obra digna y ya eso es suficiente. Creo que el gran reto radica en que hay varias generaciones de actores juntos. Están desde los dioses del olimpo como Isabel Santos, Daisy Quintana, a quienes agradezco infinitamente porque acudieron a mi llamado, Osvaldo Doimeadiós, Yazmín Gómez, incluso Irene rodríguez que casi nadie la conoce como actriz, de hecho fue alumna del ISA, aunque claro la personalidad de bailarina descolla ante lo otro.

“Todos ellos acudieron a mi llamado y junto a ellos están Daisy y Yazmín por citar algunos y hay gente muy joven como Bárbara Rodríguez que prácticamente defendió su tesis grabando con nosotros. Claro la conocíamos bien porque con Carlos Díaz y Doimeadiós hacíamos el trabajo de graduación con los estudiantes. Todo eso provocó que se encontrara un lenguaje común para ellos, que estuvieran a un nivel bastante parejo y eso me reconforta, me alegra, amén de las cosas que yo sé que se pueden haber superado”, explicó.

También es la primera vez en que Fernando, actor de teatro, cine, televisión y ahora con un nuevo rol como director de actores, asume un personaje único, en la película Inocencia de Alejandro Gil, la cual tuvo una presentación especial el 27 de noviembre en el Cine Chaplin.

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“Creo que Inocencia es de esos guiones que uno se encuentra cada 50 años y tú dices: “yo tengo que estar en este proyecto”. Ya tenía la deferencia de que Amílcar Salatti y Ale que son dos grandes amigos de muchos años y habían pensado en mí para el personaje, lo cual agradezco infinitamente. Es un símbolo, porque es el único padre que aparece defendiendo la causa de los hijos. Las otras que aparecen son madres. De alguna manera era como al esencia la síntesis de los patrones sociales, conductas y era un guion conmovedor. Te mueve los cimientos, te obliga a mirar la historia, deja de ser letra muerta para convertirse en algo vívido, algo impresionante. Ese fue el primer impacto.

“El segundo fue participar de un proceso de grabación y rodaje extraordinarios, tener el privilegio de contar con Ángel Alderete como fotógrafo. Y por último el día de la premier pasó algo que a mí me conmovió, ver una sala llena que empezó siendo bastante dispersa y habían muchos estudiantes en la planta superior que empezaron muy divertidos, antes de que arrancara e incluso en los primero planos y aquello fue neutralizando la atmósfera y terminó con un aplauso atronador que duró todos los créditos con todo el mundo de pie hasta el final.

“Eso vale la pena y da la medida de que la idea que teníamos de que esto obligara a que el hecho de la conmemoración y ese día se haga con un respeto, que deje de ser un acto festivo para que se haga como debe ser, un acto de respeto, de dolor, de sobrecogimiento. Era letra muerta, pero cuando les pones rostros a esos estudiantes y descubres cosas como que fue un sorteo por ejemplo, ese tipo de cosas te mueven los cimientos”, concluyó.

Fernando Hechavarría se despide de nosotros con esa sonrisa sincera y grandes ojos azules. Siempre presto a cualquier telefonema que convide a procesos creativos interesantes, que le aporten como ser humano, como actor y que le permitan mostrarnos de qué está hecho. Mientras se va, nos cuenta que sigue dando clases en las dos enseñanzas artísticas, grabando dos novelas, una con Noemí Cartaya y Felo Ruiz y la otra con Alberto Luberta, ambas ya en producción, así como está preparándose con Roly Peña para la segunda temporada de LCB: la otra guerra.

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