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Vivir del cuento es otra historia

Por: Maya Quiroga

Como parte del proceso de conformación de la nacionalidad cubana nació el choteo, tan asociado al inefable humor del pueblo. El término humorismo proviene del  latín: ōris y se define como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas.

Para el cubano son muy importantes los espacios de televisión de corte humorístico por su poder catártico, al contribuir –mediante la risa y el distanciamiento–, a la liberación,  purificación y el desahogo que permite evacuar la violencia nacida producto de una frustración o sufrimiento. En ese sentido, el filósofo Nietzsche advierte que la catarsis puede hacer más soportable la existencia.

Otra de las funciones del buen humor, como forma de comunicación humana, es convertirse en elemento de transgresión, al contribuir a la toma de conciencia sobre determinados males que deben ser erradicados en una sociedad.

Para nadie es un secreto que el programa Vivir del cuento, en el aire desde hace una década, por el Canal Cubavisión, es el de mayor rating de teleaudiencia en Cuba y cuenta con un público fiel, incluso, entre cubanos que hoy viven allende los mares.

En opinión del profesor Antonio Berazaín Iturralde, quien ha sido uno de sus guionistas, los altos índices de audiencia de este espacio se deben a que es un programa costumbrista, con un humor alejado de la vulgaridad y la chabacanería, donde se realiza una disección de la sociedad cubana actual.

Acerca de Vivir del cuento ha apuntado el profe Berazaín que refleja costumbres y problemas muy actuales o epocales, utiliza los mecanismos históricos del teatro vernáculo cubano, como son los juegos de palabras y el doble sentido, así como presenta situaciones, enredos, sátira y crítica social en temas, incluso, bastante áridos.

El espacio se adecua a las características propuestas por Aristóteles en su obra La poética (Siglo IV a. C) y, cumple su cometido de hacer reír a los televidentes y de criticar, jocosamente, algunos vicios e imperfecciones humanas como son la doble moral, el oportunismo, la corrupción, el burocratismo, la religiosidad popular y la homofobia, entre muchas otras.

En la concepción del programa están presentes, en pequeñas dosis, la parodia, la ironía y la sátira, así como el uso del doble sentido, la sutileza, el factor sorpresa, pero, sin dudas, su carta de triunfo es el hábil manejo de varios resortes del humor costumbrista para ofrecer un cuadro verosímil de la vida cotidiana mediante el empleo de personajes tipo y lugares precisos.

Se mantienen bien claras las premisas del arte de la comedia al representar los defectos de los caracteres sin causar dolor ni ruina a los personajes arquetipos, en su mayoría adultos mayores. Se trata de personajes bien delineados, creíbles y muy simpáticos: el buen vecino es Pánfilo; Chequera, el sobreviviente que se cree vivo; Facundo, el funcionario ciego e intolerante;  Chacón, el tramposo y arrogante; Ruperto, el conquistador mujeriego y Cachita Caché, la cuentapropista del barrio.

 Jaime Fort, guionista principal del programa, declaró al Portal de la televisión cubana que los temas que se abordan en Vivir del cuento nacen de una profunda investigación sobre lo que sucede en las calles cubanas. Así se han visto reflejadas en pantalla, con gran responsabilidad, problemáticas actuales como la baja natalidad, la doble moneda y el envejecimiento poblacional.

 Como dice el eslogan del programa: “Vivir del cuento es otra historia”. Para entenderlo hay que ser cubano y haber nacido en Cuba porque es un espacio que parte de un contexto específico con los  factores culturales del aquí y el ahora. Es, además, un buen ejemplo de humor familiar ya que lo disfruta  toda la familia, desde los niños hasta los adultos mayores.

Una muestra de la gran aceptación de este programa es que se encuentra disponible en el paquete de la semana. La editorial en Vivo, del Instituto Cubano de Radio y Televisión, no debería pasar por alto que Vivir del cuento puede ser un producto de alta demanda si se comercializa a través de DVDs.

Por lo pronto, cada lunes cerca de las 8 y 30 de la noche, el programa que dirige hace una década Ignacio Hernández, más conocido como Nachi, produce el placer de reflexionar sobre nuestra cotidianidad desde la risa, un elemento imprescindible para la liberación de endorfinas u hormonas de la felicidad, un estímulo eficaz contra el estrés, la depresión y, la tristeza.

Recuerde que con una buena carcajada liberamos serotonina, dopamina y adrenalina y con ella recibimos una descarga de energía que incrementa nuestra actividad cerebral. Entonces, riamos con Vivir del cuento porque Vale la pena, como diría el sabio psicólogo Manuel Calviño.

Fotos: tomada de Internet

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