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La radio y sus festivales

Por: Bruno Suárez Romero

La radio es un medio de comunicación de alto uso popular en Cuba. El servicio radial es diverso y sus funciones van desde la facilitación social hasta el entretenimiento. En este abanico de empeños se expone también el arte radiofónico.

Expertos en arte aseguran que la legitimación de una obra  se debe a la existencia  consecuente de tres elementos: El espacio socializador del producto artístico, la academia (conceptualizando) y la crítica, exponiendo sus puntos de vista.

La radio contemporánea es investigada con frecuencia y los resultados de esos estudios dan lugar a tesis de grado, maestrías y doctorados. La academia tiene presente a la radio, pero la crítica es muy escasa y sin lugar a dudas es la crítica el colofón para hacer legítimo un proceso artístico.

Históricamente los radialistas han procurado sus espacios socializadores, más allá de la salida al aire de los programas. Son conocidos en nuestro país algunos eventos donde se premia la producción radial, aunque insistimos en el detalle de la no conexión total de la crítica con este suceso.

Si en ese sentido, echáramos una mirada  al entorno cultural de los últimos cinco años, podemos apreciar que los concursos nacionales de la radio están por lo general vinculados a concursos nacionales de televisión y cine. Es el caso del Premio Caracol de la Uneac y la Convención de Radio y Televisión. Quizás por esta razón la radio, con su discurso exclusivamente sonoro,  se queda un tanto a la sombra del impacto cautivador que provoca el audiovisual, tanto en el público como en la prensa especializada.

El Festival de la Radio Joven Antonio Lloga in Memoriam, con sede en Santiago de cuba, ha resultado un espacio socializador para la creación experimental del arte radiofónico. El Lloga ha forjado a muchos radialistas en esas faenas.

La existencia de un Festival Nacional de la radio ofrece la posibilidad de visualizar plenamente al medio en sus dimensiones sociales y culturales. Ese evento fundado en los años setenta del siglo XX,  ha resultado intermitente debido a dificultades económicas. Su primer alto lo tuvo en el año 94 debido al Periodo Especial. Se retoma luego en los 2000 y se expresa desde variantes como la Bienal Internacional de la Radio, los festivales provinciales y la ya mencionada Convención.

En cada uno de estos espacios se expone la creación radial del país, que como se sabe posee una  producción de dramatizados y documentales sonoros que resulta prácticamente exclusiva de nuestra nación. Este valor patrimonial merece ser divulgado y reconocido en el mismo nivel que lo son otras manifestaciones del arte y la cultura.

 

 

 

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