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Nunca pensé en acercarme al mundo del cine

Por: Maya Quiroga

Fotos: Juan Carlos Borjas

Senel Paz (1950), nacido en la localidad de Fomento, en Las Villas, es un incansable promotor cultural que ha contribuido a transformar la vida cultural en el poblado de Cabaiguán a tal punto que logró que ese territorio se convirtiera en sede de la Feria Internacional del Libro.

Su relato El lobo, el bosque y el hombre nuevo, le ha traído grandes satisfacciones. Por su escritura obtuvo el Premio Juan Rulfo y después alcanzó fama internacional cuando, en 1994, Tomás Gutiérrez Alea (Titón) y Juan Carlos Tabío dirigieron el mítico filme Fresa y chocolate, inspirado en este cuento de Senel. El guión de la película –que luego resultó nominada a los Premio Oscar– alcanzó un coral en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.

“Las historias son infinitas porque los personajes son infinitos en nuestra realidad tan rica en conflictos y, a la vez, llena de ilusiones, de vida en todo su esplendor, contradicciones, dolores y alegrías”, dice cuando le preguntamos por sus fuentes de motivación.

Su entrada al cine se produjo con la película Una novia para David (1985), dirigida por Orlando Rojas. Confiesa que esta obra, con la cual obtuvo Premio Caracol de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en la especialidad de guión, nació como fruto de la casualidad.

“Nunca pensé, ni soñé, ni tuve la más mínima idea de acercarme al mundo del cine, pero es ese tipo de arte y de experiencia que si te acercas al él una vez te quedas prendado para siempre y para mí ha sido muy importante como narrador, como escritor, como artista, poder trabajar en estos dos lenguajes: el de la literatura y el del cine”.

En este día de júbilo cuando Senel acaba de recibir la noticia de que comparte el Premio Nacional de Cine 2020 con el productor de dibujos animados, Paco Prats, recuerda, de manera especial, a los padres fundadores del Icaic: Alfredo Guevara, Julio García Espinosa, Titón y Santiago Álvarez. No olvida a quienes también laboraron, antes de 1959, para que existiera una cinematografía nacional.

“Naturalmente que pienso en todos los compañeros con los que he trabajado. En los distintos directores: Orlando Rojas, Gerardo Chijona (Adorables mentiras, 1991), Rebeca Chávez (cortometrajes La fidelidad y El triángulo, 1992), Juan Carlos Tabío (Lista de espera, 2001). No olvido a los actores que han interpretado mis papeles. Ellos siempre han sido para mí uno de los mayores estímulos para escribir”.

Tuvo, asimismo, la posibilidad de escribir el guión para cintas de directores extranjeros como: Eneko Olasagasti y Carlos Zabala (Maité, 1994) y Manuel Gutiérrez Aragón: Cosas que dejé en La Habana (1999) y Una rosa de Francia (2005).

Para él, este premio –que instituyó el Icaic en 2003 y que se entrega cada 24 de marzo, en el marco de las celebraciones por la fundación del Instituto– constituye un motivo para continuar escribiendo sus relatos y novelas, plenos de raigal cubanía.

“Me siento feliz de integrarme a un grupo tan maravilloso de hombres y mujeres que han sido acreedores del Premio Nacional de Cine. Eso aumenta mi sentido de pertenencia por el sector de la cultura cubana y mi deseo de trabajar con más entusiasmo”.

Sobre sus nuevos proyectos comentó en exclusiva para CUBANOW: “Estoy preparando un libro que tiene cierta vinculación con el cine porque quiero retomar, a partir de la historia de Una novia para David, una serie de cuentos que nunca publiqué y de reflexiones de mis experiencias en el cine como escritor que llega a ese medio. También estoy trabajando en el guión de una película.

“Creo que es bueno a veces combinar el trabajo personal con el trabajo colectivo para impulsar el cine como una labor conjunta. Junto con Lía Rodríguez y Arturo Arango estamos empeñados en un laboratorio o taller de guiones permanente para fortalecer, tanto el renglón como al gremio de los guionistas. Hemos celebrado un primer taller a principios de año y estamos convocando a un segundo taller. Queremos que sea una actividad permanente y sólida”.

Por último, ponderó la calidad de los guionistas cubanos: “Existe en Cuba una experiencia acumulada muy grande en el área del guión y de la asesoría, con un alto nivel profesional. Hay muchos graduados de nuestras escuelas que no han sido bien explotados. No aprovechamos, suficientemente, el potencial de talentos que tenemos. Así, hacia ese camino estoy tratando de dirigir mis esfuerzos”.

Senel Paz fue asesor literario y analista de guiones en el Icaic, institución donde también fungió como asesor de la Presidencia y miembro de su Consejo Artístico. Ha sido jefe de la Cátedra de Guión en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños y decano de la llamada Escuela de todos los mundos.

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