Pacto de fuga en función de la adrenalina
Por: Berta Carricarte
Pacto de fuga (David Albala, 2020) es tal vez la película que usted estaba esperando para satisfacer su reclamo de emoción y entretenimiento al séptimo arte. La cinta chilena sin dudas califica dentro del cine de acción, aquel en el cual se exponen situaciones violentas derivadas del enfrentamiento físico entre personajes, y toda suerte de eventos espectaculares mostrados mediante un montaje de alto ritmo y de fuerte impacto visual. Ese es, para muchos, el verdadero cine, la misión de una película que se respete y que persiga el disfrute y distracción del público, como objetivo fundamental.
Los géneros asociados a esta función del arte cinematográfico, tradicionalmente han sido el policiaco, el western, el bélico, la comedia y la intriga, entre otros. Pero uno de los subgéneros que despierta igual deleite es el drama carcelario, siempre y cuando vaya por el trillo de títulos como la célebre Papillon (1973) o La gran evasión (1963), protagonizada por Steve McQueen, en la cual un grupo de oficiales prisioneros en un campo de concentración nazi, organizan una fuga masiva escavando tres túneles. De ese mismo corte recordamos El expreso de medianoche (1978), Escape de Alcatraz (1979), y aquellas que describen el amotinamiento de los reclusos, como la española Celda 211(2009) o la brasileña Carandirú (2003).
En este caso, Pacto de fuga cuenta la preparación de una fuga masiva de presos políticos durante las postrimerías de la dictadura de Pinochet. Los sazonadores fundamentales de la trama están, obviamente, vinculados a la filiación política de los presos, sus contradicciones más o menos latentes en relación con sucesos del pasado inmediato, la actuación genocida y brutal de las fuerzas represivas, las violaciones de derechos humanos dentro de una dictadura enfrentada a la resistencia popular, etc. Pero el plato fuerte es la fuga en sí, y todo aquello que se ventila para concretar la acción final.
Siguiendo las reglas acomodadas para este tipo de cine, Pacto de fuga no resuelve en términos formales, ni mejor ni peor la cadena de sucesos que deberá hilvanarse hasta el momento climático de la trama. Consigue el efecto perseguido con relativa facilidad y agudeza y, además, logra que establezcamos la debida simpatía por los personajes positivos. La plebe fascista tampoco es un paquete de individuos indiferenciados, sino que se intenta otorgarles personalidad propia dentro del concepto de maldad y crueldad suprema bajo el que se unifican todos ellos.
Aunque esta obra reparte los papeles principales entre Benjamín Vicuña, Roberto Farías, Francisca Gavilán y Amparo Noguera, en realidad reúne también otros actores destacados y produce el efecto de un protagonismo coral. Esta alternancia de roles principales produce cierto grado de confusión sobre la historia personal de cada quien, pero al propio tiempo atenúa cualquier filón melodramático que hubiera podido deslizarse y enrarecer la trepidantica propia del registro narrativo privilegiado.
Conocido como Operación Éxito, el escape carcelario que dejó en libertad a 49 reclusos de un penal en Santiago de Chile, sirvió como referente directo para construir un filme enérgico y entretenido. Pero, además, la obra destaca las contradicciones propias de los diferentes sujetos dentro de un complejo escenario político en su fase terminal. Al propio tiempo revela las angustias existenciales de los luchadores y la fractura de las familias como consecuencia de un clima social aterrador y opresivo.
Productor general y asistente de dirección de series documentales, David Albala en 2002 sufrió un accidente de tránsito que lo dejó parapléjico. A partir de esa experiencia traumática realiza la serie documental PersPecPlejia. En los últimos años ha producido, escrito y dirigido varios cortometrajes. Pacto de fuga es su Opera prima como largometraje de ficción.
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