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Raúl Enríquez, un Aries que se las trae

Por: Valia Valdés

Raúl Enríquez llegó al medio televisivo en 1980 dirigido por Raúl Pérez Sánchez, en la telenovela “El Viejo Espigón”. Continuaría durante años integrando los elencos del Premio Nacional de Televisión, Jesús Cabrera, en las series: “La Frontera del deber”, “El Capitán Rolando” y muchas otras realizaciones. El actor reconoce haber aprendido del afamado director todo lo que sabe sobre audiovisuales pues la formación autodidacta hizo de él: una esponja.                                              

¿Cómo nació su vocación artística?

El interés por la actuación ha sido algo inherente a mí. Desde que tuve uso de razón, manifesté que iba a ser actor y como tal me proyectaba al imitar a algunas personas, tanto en la forma de hablar, como en sus comportamientos físicos. Solía imitar a: Humphrey   Bogart, Gary Cooper, John Wayne, Louis De Funés, Mario Moreno(Cantinflas), y a muchos otros. Con el tiempo corroboré que las imitaciones eran herramientas de mi labor interpretativa.

¿De qué forma se vincula al mundo artístico?

En mi etapa de primaria y secundaria comencé a expresar mis inquietudes en el movimiento de aficionados. En el Pre-universitario fui llamado a cumplir el SMO y me incorporé a la guarnición del Hospital Naval. Afortunadamente en ese maravilloso lugar encontré un excelente grupo teatral, al cual me integré de inmediato, de manera que logré conjugar mis tareas de recluta, instrumentista de salón de operaciones y actor.

 ¿Por qué vía se inicia en el ámbito profesional?

Como actor aficionado logré 11 primeros premios de Mejor Actuación, a nivel provincial y nacional. También fui premiado como director artístico aficionado y varias de mis puestas alcanzaron reconocimientos. Mientras todo esto transcurría, obtuve Nivel Medio Superior en la FOC y concluí el SMO. Comencé a estudiar Ingeniería Mecánica pero mi vocación artística crecía con más bríos. Me llegó la propuesta para formar parte del Conjunto Artístico Profesional de las FAR debido a mis resultados en el movimiento de aficionados, fui evaluado en 1984 y así comenzó mi andar en estos medios, complejos pero llenos de sorprendentes misterios.

Al integrar el grupo teatral Zafarrancho, perteneciente al Conjunto Artístico de las FAR en la década del 80 del siglo XX, actuó en zonas de conflicto bélico, ¿cuán intensas fueron esas vivencias?

El grupo teatral se presentaba en los frentes de guerra e íbamos hasta las primeras líneas de combate para llevar alegría y entretenimiento a las tropas cubanas por medio de los personajes del teatro popular, aunque también actuamos para la población civil. En dos ocasiones recorrimos todo el frente, en el sur angolano. En Menongue quitaron quince minas de nuestro camino para que pudiéramos actuar en Marcolino, conocida como “La finca del miedo”, porque era un centro importante de la UNITA y donde muchos cubanos perdieron la vida, allí llegamos a trabajar hasta bajo la tierra, en túneles. También estuvimos en otras situaciones peligrosas en Etiopia, hacia donde viajamos dos veces y fuimos a Nicaragua en tres oportunidades, a pesar del peligro que representaban los “contras”. Éramos artistas, pero usábamos uniformes militares, AK-M, cargadores y granadas para defendernos en caso de ser necesario. Por mi participación en esos eventos históricos recibí la Medalla del Servicio Distinguido de las FAR, pero lo que más me impactó fue la parte humana, la reacción de nuestros soldados, la emoción que sentían al encontrarse con gente que venía de Cuba, después de dos años de estar movilizados. No sabían cómo agradecernos.

¿Cuáles de sus actuaciones recuerda entre las más significativas?

Valoro todos mis trabajos como actor, siempre los  he enfrentado con seriedad y respeto absolutos. En el teatro, recuerdo con mucho cariño la obra: “Las mil y una noches guajiras”, de Rómulo   Loredo, dirigida por   Miguel Lucero, en la cual interpreté tres roles, esfuerzo que resultó reconocido.

Son muy recordados por el público y me han hecho ganar la estima de los televidentes, los personajes que asumí en las telenovelas: “Cuando el amor no alcanza” y “El Balcón de los helechos”, en las series “Los pequeños fugitivos”, “Día y Noche”, “El hombre de San Leopoldo” y con posterioridad: “Tras la huella”, que me valió una Nominación al Concurso de Actuación “Caricato”, por el capítulo “Fantasía”, dirigido por Alberto Luberta Martínez.

¿Ha quedado satisfecho con su paso por el cine?

Hacer cine es muy gratificante. Cuando termino de filmar, me quedo con deseos de continuar. Ofrece el aliciente de poder llegar a todos los rincones del planeta y perdurar más allá de nuestra vida. He participado en varios filmes cubanos: Roble de Olor, Las cartas no mienten, El acompañante, Bailando con Margot, Polo Viejo. De otras nacionalidades puedo mencionar: La última prostituta y el último caminante, Cazador de Dragones, Candelaria, Yo tenía un cerdo llamado Rubiel y El mundo es tuyo.

¿Se ha sentido limitado dentro de los roles que le han sido asignados?

La televisión resulta un medio muy precipitado en su realización y muchos directores tienden a encasillar a los actores; desean ir al   seguro porque no cuentan con tiempo para experimentar, entonces nos tienen pre-definidos en: negativos, positivos, damiselas, galanes, y así    sucesivamente. Esto ocasiona la reiteración del actor en el mismo tipo de rol. A mí me han ubicado entre los malvados, ¿pero sabes qué?, los disfruto muchísimo.

Desde hace años es también director artístico, ¿quiénes han sido sus referentes en esa especialidad?

El Maestro Roberto Blanco y Vicente Revuelta, con quienes cursé talleres de Dirección Teatral, Bertha Martínez, el director de las grandes multitudes: el amigo Nelson Dorr, y con gran respeto recuerdo a Miguel Lucero, de quien aprendí muchísimo. Todos son iconos del mundo teatral y guardo un pedacito de cada uno dentro de mí. 

¿Qué significa la dirección artística en su carrera?

La dirección es una de las labores más difíciles que me han tocado en la vida, sobre todo porque debes quedar bien con   muchos “factores” que te rodean, pero el público ha sido siempre mi objetivo fundamental. Dirigir me motiva porque me convierte en un comunicador, me hace sentir útil. Los procesos creativos resultan arduos y a veces, repletos de escollos, que en ocasiones no logras solucionar de inmediato. Cada vez que me enfrento a uno de estos procesos, aprendo algo novedoso, porque   independientemente del liderazgo que debes poseer, tanto en la parte teórica   como   en la práctica para que los artistas sientan   confianza   y   seguridad, también aprendes de cada persona que te rodea. Una vez que comienzas a dirigir, te resulta muy difícil prescindir de ello.

Entre los artistas que lo impactaron se encuentra la actriz y directora, Raquel Revuelta, ¿en qué condiciones se conocieron?

En el año 1990, la inolvidable Raquel Revuelta era la Presidenta del Consejo Nacional de las Artes Escénicas y yo, como era lo establecido, le presenté mi proyecto con la idea de crear una agrupación teatral que siguiera una línea realista, dirigida al teatro popular cubano y latinoamericano, sin descartar obras de carácter universal. La teatrista me expresó que el proyecto era de su agrado al reconocer la necesidad de que regresaran al teatro cubano las buenas actuaciones, más allá de las propuestas experimentales que se habrían paso en esa época. Su confianza en mi propuesta validó la línea estética que he venido defendiendo durante 32 años.

¿Puede referirse a la agrupación teatral que respaldó Raquel Revuelta y que hoy continúa en activo?

El colectivo teatral “Aries” forma parte de mi gran familia dentro del arte. En el grupo he logrado aglutinar a actores de muy alta calidad artística y humana, los cuales, en su mayoría, han resultado multipremiados en los diferentes   medios. La unión es algo imprescindible dentro del colectivo, que me ha llevado años conformar. Realmente siento un orgullo enorme de dirigir esa agrupación. Es mi propósito que la compañía teatral “Aries” continúe defendiendo con más ímpetu que nunca el teatro popular cubano, que   forma parte de nuestra identidad. Para que exista libertad de creación, tiene que haber diversidad.                                                                                           

¿Cuál ha sido el género que ha prevalecido en su obra como dramaturgo?

Al escribir prefiero la comedia, es algo que disfruto a plenitud. Me satisface enormemente que el público goce de lo lindo y que se convierta en mi cómplice al abordar temas sociales que preocupan a todos. He escrito 25 obras teatrales y de ellas,24 han sido llevadas a escena. El género policiaco también es uno de mis preferidos, he escrito varios capítulos para el “Tras la huella”, los cuales se han realizado en ese espacio.                                                                                  

Recientemente tuvo su primera experiencia actoral en la radio, ¿qué resultó de ese debut?

Sobre la radio siempre escuché decir que era una escuela, pero nunca había podido incursionar en ella debido a que el teatro y la televisión me absorbían. Este año, al fin, pude actuar en la serie policiaca producida por Radioarte: Las tres esposas de Amalio Quintero, escrita y dirigida por Silvio Hernández Labori. Te confieso que me fascinó el medio.

¿Siente que sus empeños artísticos han sido justamente valorados?

Son numerosas las producciones televisivas, teatrales y cinematográficas en las que he participado; me estimula que el resultado de mi esfuerzo haya sido reconocido con el Premio ACTUAR por la Obra de Toda la Vida y el Premio Rubén Martínez Villena otorgado por la UPEC. Existen reconocimientos institucionales para los que no he sido tomado en cuenta, pero me siento satisfecho con lo que he vivido y la relación con el público, que me compromete cada vez más.

¿Cuánto valor confiere a la familia y las amistades?

Has mencionado dos renglones que considero sagrados. A mi familia la sitúo por encima de todo, es lo más grande. Las amistades significan la otra parte familiar que no tiene mi sangre, pero que cobra un significado sustancial en mi vida. Me place mucho cultivar buenos amigos.

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