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Nuevos modos de leer la historia y la memoria

La obra del siglo, el más reciente filme del realizador cubano Carlos Machado Quintela se proyectó en calidad de premier nacional, como parte de la 14 ta. Muestra Joven ICAIC.

Por: Maya Quiroga

Confieso que cuado me senté en mi butaca del cine Charles Chaplin para enfrentarme a La obra del siglo, el más reciente filme del director cubano Carlos Machado Quintela, pensé que el título de su segundo largometraje de ficción hacía alusión a la propia trayectoria del realizador quien tras su debut con La piscina, ha obtenido más de diez lauros en diferentes certámenes del mundo, incluido el Jury Award en el Festival Internacional de Marrakech.

Y ciertamente, la crítica internacional comienza a reconocer los valores formales y conceptuales de La obra del siglo, película que compitió en el 44 Festival Internacional de Cine de Rotterdam (IFFR), donde acaba de obtener el premio Lions Film, dotado con 20 mil euros y que reconoce a un cineasta prometedor cuyo filme haya sido apoyado por el Fondo Hubert Bals del IFFR en su postproducción y que muestre un claro interés por asuntos sociales y políticos.

En el mismo festival de Rotterdam, la cinta de Carlos Machado Quintela recibió uno de los tres premios de 15 mil euros (Hivos Tiger Awards), a los cuales este año optaba un total de trece películas. En tanto, el joven director se alzó, asimismo, con el premio FIPRESCI, de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica, en el festival latino de Toulouse.

Pero, si no ha leído alguna nota sobre la película quizás usted se preguntará ¿cuál es la historia que nos cuenta La obra del siglo?

El segundo largometraje de Carlos M. Quintela es un relato amargo, irónico, semi trágico, sobre las esperanzas y desesperanzas de tres generaciones que como muchas de las llamadas “familias extendidas” cubanas se ven obligadas por el destino a vivir juntos en un apartamento de la llamada Ciudad Nuclear de Juraguá, en Cienfuegos.

La central electronuclear de Juraguá es hoy un proyecto inacabado, que se remonta a 1982 y que fue detenido, una década después. Este proyecto inconcluso tuvo sus orígenes en los tiempos gloriosos de las relaciones comerciales, políticas, culturales y económicas entre el Gobierno cubano y el soviético, las cuales sufrieron un vuelco luego del derrumbe del Campo Socialista a finales de los años 80.

Esta segunda película de Machado Quintela, junto al guionista Abel Arcos, es una coproducción entre Cuba, Argentina, Alemania y Suiza, rodada en blanco y negro, y que incluye materiales de archivo que pertenecen al Sistema Informativo de la Televisión Cubana.

El montaje es uno de los grandes aciertos de La obra del siglo. En exclusiva para Cubanow, vía Facebook, comentó el reconocido editor Yan Vega: “Sólo te puedo decir que fue un trabajo dónde cada corte fue pensado al máximo tanto en la ficción como con el archivo”.

Los protagonistas de la historia son el abuelo Otto, el padre Rafael y su hijo Leo –interpretados en ese mismo orden por Mario Balmaseda, Mario Guerra y Leonardo Gascón.

El abuelo está obsesionado con sus pocas posesiones materiales y con un pasado de macho alfa que ya se ha ido. Por lo tanto, entra en contradicción con las ideas de su hijo y su nieto. Leo es un joven, también con las ilusiones rotas, porque terminó con su mujer y tuvo que regresar al hogar paterno.

Por su parte, Rafael es uno de los tantos ingenieros que estudió duramente en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, para luego aportar sus conocimientos a un futuro promisorio marcado por la energía nuclear. Lo triste es que el proyecto de la ciudad nuclear nunca se concretó y miles de hombres y mujeres quedaron en un vacío espiritual y profesional que llega hasta hoy día.

Como señaló el crítico de cine Dean Luis Reyes, durante su premier nacional,  la cinta recrea la historia de tres personajes, que tratan de abrirse paso en una ciudad que los asfixia. Es por lo tanto una “una reflexión en torno a la memoria”. La obra del siglo, señaló Reyes, apuesta por el riesgo artístico, una manera distinta de contar y nuevos modos de leer la historia y la memoria.
La obra del siglo devine un claro homenaje a De cierta manera, el único filme que dirigió la destacada realizadora Sara Gómez, quien falleció durante la filmación del mismo. Al igual que la obra de Carlos Machado, De cierta manera está basada en hechos reales y combina en su registro elementos de carácter documental.

No por gusto, Machado decide insertar dentro de su película un fragmento de la obra póstuma de Sara Gómez, para significar el pasado de Mario Balmaseda, machista joven entonces, anciano machista ahora quien no llegó a convertirse en el añorado hombre nuevo.

Entre angulaciones y encuadres de cámara, poco usuales, elementos del realismo socialista, una historia contada desde la progresión acumulativa, haciendo énfasis en la estética kitsh presente en la decoración de los hogares y en la música de los 80, se desarrolla la trama.

La obra del siglo no es una película de fácil lectura: por momentos ahoga y nos parece un poco lenta para el ritmo al cual estamos habituados debido a la manera de contar en Hollywood. Luego, la cinta nos hace sonreír ante las ironías de un pasado imposible de olvidar porque está al doblar de la esquina.

Y si todavía no sabe qué es La obra del siglo tiene que llegar casi a los momentos finales del filme –con una hora y 35 minutos de metraje-.

Como “La obra del siglo” fue catalogado el proyecto atómico de Juraguá, hoy la sombra de lo que fue, el eco de un lejano estallido que podía haber cambiado la vida de todos los cubanos, para bien o para mal. Eso, al final, nadie lo sabrá.

Sin dudas, estos son tiempos de cambio, sobre todo del tipo mental. La sociedad cubana se repiensa cada día en aras de construir un futuro mejor. Por eso no debemos olvidar los errores. A los que no son amantes de la historia ahí les va su legado. Recordar para no volver a tropezar con la misma piedra.

 

 

 

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