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Historias de Cary Cruz al Festival de la Radio

Por: Valia Valdés

Cary Cruz Balmaseda es una guionista premiada en varias ocasiones por festivales de la Radio, por el Concurso Caracol de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y otros certámenes.

Comenzó a escribir poemas en los años escolares de su natal Ciego de Ávila, y a instancias de su madre, la destacada guionista Magaly Balmaseda, conoció el medio radiofónico. Aunque al inicio no sintió interés por el lenguaje radial, debutó con éxitos en el radioteatro. Su segundo libreto: “Esa mujer que grita”, obtuvo el Premio Caracol y la impulsó a continuar escribiendo hasta hoy.

Dos obras de Cary Cruz, producidas por Radioarte, concursan por diferentes categorías en el Festival Nacional de 2023. Las obras son: la novela “Te quiero contar mi vida” y el programa histórico “El niño que fui”, ganador de un Gran Premio en el nivel de base.

Cubanow conversó con la excelente guionista días antes del Festival.

¿Cuál es el tema de Te quiero contar mi vida?

“La novela está situada en 2014 y trata la problemática de los ancianos y sus cuidadores. Dos personajes deciden hacer en su casa un hogar de día para ancianos, sin tener la aprobación oficial, lo que provoca toda clase de situaciones. Como los protagonistas son artistas, se tocan conflictos muy propios de la realización audiovisual.

“También se aborda con fuerza el tema de la emigración, que provocó escenas muy emotivas. No es una novela triste, los viejitos son simpáticos y muchas de las situaciones también. Tampoco es fatalista.

“En ella prima el optimismo y el empuje de mis amigas realizadoras, cuyas historias personales me inspiraron”.

¿Cómo nació la idea de la radionovela?

“En un inicio se llamaba Soledades, y surgió de mi interactuar con artistas que tenían a sus padres muy ancianos, pero no dejaban de trabajar ni de ocuparse de ellos. Mucha gente en esa situación deja el trabajo, pero los artistas se resisten y tienen esa doble carga.

“Mis colegas me contaban sus experiencias, y cómo lo que ganaban se iba en pagar cuidadoras e insumos para sus viejitas. Mientras visitaba a Lourdes de los Santos, porque trabajábamos en un documental, conocí la relación tan hermosa que ella tenía con su madre. De ahí nació Te quiero contar mi vida, que es ficción, aunque con mucho de nuestra realidad”.

¿Disfrutó el proceso de escritura y grabación del seriado radial?

“En Te quiero contar mi vida la he pasado muy bien con el equipo. El asesor Dayron Bejerano y yo tenemos una conexión muy fuerte, y me entiendo a la perfección con Manuel Ramírez Heras, un excelente director y amigo.

“Vladimir Labrada fue un grato descubrimiento, porque es un musicalizador inteligente y sensible, tenemos muchísimas cosas en común y, tal vez, fuese mi hijo en otra vida.

“A Gilman Belot, el efectista, no se le va una, y disfruté con un equipo de actores maravillosos, algunos jóvenes y otros no tanto. Cada uno de ellos se apropió de su personaje, tanto que yo pude verlos más allá de su interpretación. Como si tuvieran vida propia.

“También conocí a Geoberti Jiménez, un actor que nunca había trabajado en mis obras. Su personaje salía en cuatro capítulos y no tenía nombre. Por su desempeño, se convirtió en coprotagónico y cambió el destino de una subtrama importante.

“Me siento muy agradecida con todos ellos, por la manera tan linda y emocional conque asumieron la novela”.

¿Retorna con frecuencia a temáticas específicas?

“Todos los temas me resultan interesantes. Pero en mis radionovelas, por lo general, hay ancianos: puede ser porque me criaron mis abuelos o por lo dura que es la situación para muchos en un país donde los jóvenes emigran, los retiros nos resultan insuficientes y las personas que fueron útiles y trabajaron toda su vida se ven, en ocasiones, inmersos en la soledad, el desamparo y el olvido.

“Me motivan las relaciones intergeneracionales, los problemas de la mujer y la emigración, con todo el dolor y el desgarramiento que trae consigo para los que se van y los que se quedan. Me preocupan los problemas de los artistas, no porque los de otros sectores me parezcan menos, sino porque los vivo en carne propia y los conozco.

“También escribo policíacos, acerca de la parte más oscura de la sociedad. Trato de humanizar a investigadores y a delincuentes, y que no sean caricaturas o robots. Los niños y jóvenes están presentes siempre en mis guiones, y el deporte tiene un lugar en casi todo lo que he escrito”.

¿Qué características reconoce en el libreto radial?

“El formato del guion es diferente al de otros medios, y te puedo asegurar que es el más difícil. Libreto…viene de libro. Para la radio hay que escribir mucho, debido a que tiene el sonido como único vehículo para comunicar, y eso hay que posibilitarlo desde la escritura. Exige describir acciones por medio del narrador y los personajes, hacer las indicaciones de los efectos por planos, indicar la música, los sonidos, los ambientes, y el diálogo. Por otra parte, ofrece mucha libertad creativa al no tener limitaciones de producción: con una historia bien contada, el sonido y los efectos adecuados, puedes ubicar tus dramas en cualquier lugar y época”.

¿Puede mencionar otras particularidades que distinguen al guion de radio?

“Los actores deben darlo todo con la voz y, como guionistas, debemos proporcionarles la información de una manera clara. Me preocupo mucho por caracterizar bien a mis personajes, para conocerlos y que dialoguen con coherencia, porque el diálogo es fundamental. De nada sirve tener una buena historia y que los diálogos no sean creíbles”.

¿Ha escrito para otros medios?

“Mi mayor obra está en la radio, aunque escribí guiones para dos documentales de Lourdes de los Santos: Copa y Espada y Los últimos días de una casa. También colaboré con Rudy Mora en los guiones de los filmes: Y sin embargo y Leontina.

“Escribí varios telefilmes, que antes fueron radioteatros. Tengo una serie terminada para Blanca Rosa Blanco, escrita junto a ella y Ariel Amador, y una serie humorística para televisión titulada Mañana llega la vieja, que se detuvo cuando la pandemia y espero verla algún día en la pantalla.

“Pero en ningún medio me siento tan bien y cómoda como en la radio”.

¿De qué manera establece la interacción con asesores, directores y actores?

“Me gusta mucho la relación que se crea en la radio entre el asesor, el musicalizador, el escritor y el director. Soy de las que se involucra. Voy a las grabaciones e intercambio con todo el equipo.

“Por lo general, me dan participación en la selección del elenco; el director me aporta pautas de determinados conflictos y personajes, busco música que sea coherente con la historia y la comparto con el musicalizador.

“He tenido la suerte de escribir contra grabación y he visto cómo algunos personajes crecen gracias al trabajo de los actores”.

¿Se siente complacida con el programa histórico El niño que fui y el vínculo que la une a la Productora Radioarte?

El niño que fui es una recreación de “Los cuentos del Arañero”, libro editado por los periodistas Jorge Legañoa y Orlando Oramas León, quienes compilaron anécdotas del presidente Hugo Chávez en sus alocuciones. Escribir el guion fue todo un reto para mí, pero plasmar el niño que fue Chávez resultó conmovedor.

“Radioarte ha sido como la casa de los padres. Una se va, pero cuando regresa te reciben con los brazos abiertos. Me he sentido muy amada y respetada en ese sitio, desde lo primero que escribí.

“La radio es arte colectivo. Todo el mundo cuenta detrás de las más grandes actuaciones, y de esos actores que ponen, junto con su voz, el alma y el corazón. Como creadora he tenido la satisfacción de escuchar mis obras tal como las concebí, que es lo más gratificante que le puede pasar a un guionista.

“Otra de las grandes satisfacciones que he tenido es ver que algunos de mis ex alumnos de FAMCA han llevado sus creaciones con éxito a las pantallas; y persisten en hacer arte pese a todo”.

Fotos: cortesía de la entrevistada.
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