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Jerónimo Labrada: yo fui Alfabetizador

Premio Nacional de Cine y Alfabetizador
Por: Valia Valdés

Fotos: Cortesía del Entrevistado

Jerónimo Labrada guarda el carnet, la boina y muchos otros recuerdos de la Campaña de
Alfabetización.


Nacido en Auras, un pueblecito situado entre la ciudad de Holguín y Banes, Jerónimo menciona
con orgullo a su padre, obrero ferroviario que compartió la causa fidelista. Las difíciles condiciones
de vida, la falta de trabajo y el hambre, desplazaron a la familia hacia la cabecera provincial. Al
acudir a una escuela intermedia pública de población marginal, el adolescente cargaba cada día el
pupitre de regreso a su casa para que no se lo robaran, más tarde comprendió que era innecesaria
la preocupación, rememorando a los excelentes maestros que allí tuvo. Un día la profesora Deysi
Cuello le hizo saber a la clase, la noticia del asesinato del director de su escuela secundaria,
Rubén Bravo, por pertenecer al Movimiento 26 de julio. La represión batistiana y el triunfo
revolucionario radicalizaron sus ideas y se incorporó a las patrullas juveniles, más tarde Asociación
de Jóvenes Rebeldes. Como miembro de esa organización se sumó al llamado de Fidel para
integrar la Campaña de Alfabetización, tras ignorar los miedos de su madre y contando con el
apoyo paterno.

Jerónimo Labrada.


Los improvisados maestros fueron preparados para alfabetizar durante una semana en Cárdenas,
provincia de Matanzas, en los días cercanos a la invasión de Playa Girón. Labrada tenía 16 años y
primer año de secundaria básica y resultó ubicado, en medio de aguaceros terribles, en el cuartón
Limpio del Toro, muy cerca de Río Cauto, junto a la familia de Felipe Zamora. A pesar de su origen
campesino, el muchacho nunca antes había conocido el grado de explotación y las penurias a que
estaban sometidas familias como aquella, que trabajaban todo el día con el ganado y a la una de la
mañana se levantaban a ordeñar las vacas del dueño.
Los mayores se rendían de cansancio en la clase y apenas aprendieron a firmar, pero pudo
enseñar a leer y escribir a dos de los hijos más jóvenes. El terrorismo acosaba a los brigadistas en
todo el país, fueron asesinados dos alfabetizadores, aparecían carteles amenazadores y una
madrugada, el cuartico donde dormía apartado de la casa familiar, resultó rodeado por una
cuadrilla de jinetes que de repente se marchó, la advertencia estaba hecha. Desde entonces,
Zamora decidió que el maestro los acompañara en el ordeño para protegerlo y Jerónimo dormía en
una hamaca dentro de la vaquería hasta el amanecer.
El joven enseñó, pero también aprendió muchísimo, de faena y de valores. Al concluir la campaña
regresó a los brazos de sus padres, un 25 de diciembre de 1961. Ante las opciones de estudiar
que ofreció el gobierno revolucionario, eligió cursar Electrónica y Telecomunicaciones en el
Instituto Tecnológico Osvaldo Herrera de la Habana pues siempre le interesó el mundo de la
música. Resultó seleccionado para estudiar sonido de cine y así entró al mundo cinematográfico.
En el ICAIC, Labrada resultó uno de los mejores expedientes del curso por lo que continuó como
profesor de sonido, ganándose el cariño de los viejos trabajadores y los nuevos que llegaban.
Continuó estudiando y ha desplegado durante años su labor técnico-artística como ingeniero de
esa especialidad en numerosas producciones, vinculado al Grupo de Experimentación Sonora, la
documentalística cubana, las películas animadas de Juan Padrón más otros largometrajes del cine
nacional y foráneo, recibiendo premio en el Festival de Cine de Bogotá por la calidad de su
desempeño en el filme “Jíbaro”. En 1986 es llamado para conformar la Escuela de Cine y
Televisión de San Antonio de los Baños, en la que asume la enseñanza, la responsabilidad de la
cátedra de sonido, la máxima dirección de la Escuela durante tres difíciles años además de la
dirección académica, frente a la cual continúa. También ha impartido sus saberes en distintos
países, labor por la que mereció el Título Doctor Honoris Causa de la Universidad Autónoma de

Santo Domingo. Por toda su obra le fue otorgado en 2019, el Premio Nacional de Cine y sus
cientos de alumnos, desde el río Cauto hasta los confines de distintos continentes, lo reconocen
con cariño gracias al afecto y la generosidad con que comparte sus conocimientos. Jerónimo
Labrada sencillamente, es un Maestro.

Sugerencia de la autora: Daniel Diez, esencias de un alfabetizador en la Televisión Serrana

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