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Daniel Diez: esencias de un alfabetizador en la Televisión Serrana

Por: Maya Quiroga

A Daniel Diez Castrillo lo reconocemos como un prolífero documentalista que se formó en la escuela del Noticiero Icaic Latinoamericano, fundado por Santiago Álvarez. Ostenta el Premio Nacional de Televisión y fue el creador de la Televisión Serrana, pero poco se habla de su labor como alfabetizador.

Nos citamos para entrevistarlo con motivo del aniversario 60 de la Campaña de Alfabetización en el lobby del cine Charles Chaplin. La entrevista no se puede realizar allí por motivos ajenos a nuestra voluntad.

Parece que Daniel se ha traslado en el tiempo y revive aquel día lejano en que a Santiago y su equipo no le permitieron filmar dentro de la cafetería La Pelota de 23 y 12. Ahora son otras las circunstancias, pero la intransigencia de una administradora nos lleva a terminar conversando dentro del carro del realizador en la calle 10, entre 23 y 25.

Viajamos a ese momento en que estaba próximo a cumplir sus 15 años, el 15 de abril de 1961. Había escuchado en su escuela Antonio Maceo, del Cerro acerca de una convocatoria que hacía la máxima dirección del país para incorporarse al ejército de alfabetizadores. Sin pensarlo dos veces decidió sumarse junto con sus compañeros de clases y amigos del barrio.

“Mi hermano luchó en Girón y pensé que mis padres no me iban a dejar ir porque había una situación convulsa en Cuba. Tenía que separarme de mi familia y ellos estuvieron de acuerdo en que me fuera a alfabetizar”, cuenta Daniel.

A mediados de abril salieron los futuros alfabetizadores a reunirse en un internado en el edificio Granma de Varadero, en Matanzas.

“Ahí estuve dos o tres días nada más. Me enseñaron a manejar la cartilla de alfabetización porque no éramos maestros. Nos montaron en un tren, salimos para Oriente y llegamos al Caney de Santiago de Cuba, a un lugar llamado La ninfa. Fue algo extraordinario. Se aparecieron mis padres. Buscaron la manera de ir para ver cómo estaba. La preocupación era ayudar a la Revolución, pero estando juntas las familias”.

A Daniel le decían el “Brigadisto” en la casa campesina donde fue acogido para alfabetizar a dos personas entre finales de abril y diciembre de 1961.

“El matrimonio de Andrea y Miguel era muy humilde. Nosotros casi nunca desayunábamos, solo cuando se conseguía un poco de café. Ellos vivían en un bohío. Tenían un caballo, algunas gallinas, gallos y puercos. Los ayudaba mucho, pero no me exigían que trabajara en el campo. Me cuidaban las manos. Se preocupaban por mi salud. Al final terminé cultivando la tierra. Sentía que eran mis parientes.

“Ellos dos sabían leer y escribir, pero sus hijos no habían podido ir a la escuela porque debían ayudar al padre en la agricultura. Tenían alrededor de veinte años. Me costaba trabajo enseñarlos, pero me ayudó mi intención de ayudarlos. Conmigo vieron como la luz porque por lo menos aprendieron el ABC.

“Cada vez que conocían algo sentían una gran felicidad. Era importante escribir el nombre y los dos apellidos para poder firmar los documentos. Eso también ayudaba a consolidar la unidad familiar. Les pedía permiso para visitar a mis compañeros que estaban en otros municipios o barrios y me acompañaban al lugar porque era muy jovencito”.

Daniel no puso asistir al acto central, en la Plaza de la Revolución José Martí de La Habana, donde el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz declaró a Cuba como Territorio Libre de Analfabetismo.

“El tren que nos traía de regreso llegó dos días después. Me hubiera gustado estar en la Plaza porque fue un acto maravilloso. Igual veníamos cantando y felices. Nos acompañaron compañeros que no eran de La Habana que veían a pasarse unos días en la capital. Les enseñamos las calles habaneras y cómo moverse en ellas.

“Andaban con sombreros de yarey y unas plumas colgadas de ellos, vestidos de brigadistas. Decían que venían del campo y eran alfabetizadores. Nos sentíamos muy importantes y que habíamos hecho algo grande”.

Nuevos caminos

A su regreso, Daniel se becó en Ceiba del Agua donde se adentró en el mundo de los cañones, lanza cohetes y morteros, en plena Crisis de Octubre.

“Fue un año muy difícil en que dejé de ser un niñito para convertirme en miembro de un ejército armado.  Después conseguí una beca en el Instituto Politécnico Osvaldo Herrera donde estudié Electrónica. Estando allí fueron los compañeros del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) buscando a determinados estudiantes que tuvieran buenas notas y me aceptaron.

“Pasé un curso de unos cinco meses como grabador de sonido y así entré a trabajar en el Icaic en 1967 donde estuve 15 años como sonidista, musicalizador y periodista del Noticiero Icaic Latinoamericano, con Santiago Álvarez”.

Homenaje a los hombres y mujeres del campo

El legado del Daniel alfabetizador se hizo tangible en el proyecto de fundar en la Sierra Maestra la Televisión Serrana para dar a conocer cómo viven los campesinos en lugares de difícil acceso.

“Ahí tomé conciencia de lo importante que fue ser alfabetizador. Pude filmar a los niños campesinos que ahora tenían maestros y escuelas. Eso te muestra la grandeza de lo que se ha hecho, sobre todo en el campo. Ya no hay jóvenes sin la posibilidad de estudiar una carrera.

“Ese sueño mío de hacer una televisión en la Sierra Maestra, en enero de 1993, tiene que ver con la Campaña de Alfabetización. Fue una idea que le propuse a Ismael González “Manelo”, el Presidente del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) en aquella época. Él fue el único que estuvo de acuerdo, pero no había equipamiento.

“Contaba con el apoyo del gobierno y el partido en Granma que nos otorgó un local, pero faltaba el equipamiento. Le hicimos la propuesta a la Unesco y dio dinero para comprar los equipos y el ICRT asumió los pagos de los trabajadores”.

Una productora de audiovisuales participativa

La Televisión Serrana no es una televisora. Se distingue por ser comunitaria y participativa. De esa manera se les ha dado voz a los campesinos olvidados por los medios de comunicación.

“Llevamos nuestras obras pueblo por pueblo, a los municipios y a las provincias para poder oír las opiniones de los campesinos y ellos son los que proponen los nuevos temas.

“Cuando yo era alfabetizador nadie los escuchaba, nadie los iba a filmar ni a escuchar sobre todos sus problemas, sus sueños, sus esperanzas, sus amores, sus frustraciones y sus errores. Por eso existe la Televisión Serrana para hablar de ellos: de su vida, de su entorno, de lo que son capaces de hacer”.

Hoy Daniel mantiene viva su vocación por el magisterio. Es profesor de las Facultades de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual y de Comunicación Social.

“En la Televisión Serrana armé un Centro de Estudios para la Comunicación Comunitaria que no está reconocido por el Ministerio de Educación, donde formamos a los futuros creadores de la Sierra Maestra. Por eso digo que es un centro de creación para realizar documentales, poder llegar a las esencias del ser humano y contar, desde el arte, lo que sucede en esa zona.

“Ojalá se pudieran fundar muchas televisoras serranas en el país porque a veces uno siente que lo que se hacen son centros comunitarios para la producción de noticias.

“Hace falta promover una campaña para que los que viven en las ciudades vayan al campo profundo, a lugares lejanos y olvidados, y vean las condiciones de vida de la gente y se preocupen porque sean conocidos sus problemas y sus virtudes. Ellos son parte de la identidad de este país. También son Cuba”.  

Sugerencia de la autora: Jerónimo Labrada: yo fui Alfabetizador

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