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Yo no me disfrazo, hago cosplay. Las nuevas tendencias en la cultura cubana

Por: Haziel Scull

La comunidad otaku en Cuba es muy grande. De eso nos hemos ido dando cuenta a lo largo de los últimos diez años a partir de las actividades que cada temporada se hacían más comunes. Pero además, es una comunidad que crece y ha ido desarrollando una forma muy particular de adentrarse en los espacios necesarios para poder mantenerse viva. Esta forma ha sido la creación de talleres, eventos y convenciones donde han dado riendas sueltas a sus aptitudes organizativas y creativas y han logrado una real inserción en la vida social del país.

Parte de este éxito se ha debido a la seriedad con la que han ido abrazando cada segmento de la universalidad otaku y es el cosplay uno de ellos.

Este término deriva de la contracción de costume play (interpretar disfrazado), una actividad representativa, donde los participantes, también llamados cosplayers, usan disfraces, accesorios y trajes que representan un personaje específico o una idea[1]. Hacer cosplay no es solamente disfrazarse, es construir una obra de arte que se relaciona directamente con otras manifestaciones como las artes plásticas o el teatro; debido a que generalmente después de ponerse el traje, el cosplayer realiza una escenificación sobre lo que está representando. En este tema, es inevitable mencionar a Favier Felipe Mesa, un artista del cosplay con más de cien trajes en su haber, quien considera que el cosplay no es otra cosa que la fusión de la costura, la escultura, la pintura y el grabado[2] y cuya palabra clave, para que sea exitoso es reto.

El comienzo de la realización de actividades de cosplay en Cuba data del año 2010, tal vez un poco antes[3], recuerda Juan Carlos Gil, coordinador del proyecto MangaQba, de Camagüey. No obstante, cualquiera que sea la fecha, es a partir de ese momento que se toma con más fuerza y profesionalidad esta disciplina. Eventos como el Primer Festival Nacional Otaku (La Habana, 2014), las jornadas ArteCómic en el propio Camagüey y las Freak Zone[4] fueron espacios que sirvieron para el desarrollo del cosplay y que logran la visibilidad y el respeto del que goza hoy.

Patricia Paris, presidenta de la Unión de Cosplayers y Cosmarkers de Cuba (UC3) ha comentado en varias ocasiones que este movimiento, para suerte del público y de la cultura nacional en general, no es exclusivo de la capital. Varias son las ciudades de Cuba, especialmente Las Tunas, Camaguey y Holguín, donde existe una fuerte comunidad otaku y grandes grupos organizados de personas que se dedican a hacer cosplay o a representarlos.

Sin embargo, hasta ese preciso momento (2010) no existía una organización como tal, aclara Patricia, solo grupos dispersos radicados en algunas provincias, a los que se unían muchachos y hacían cosplay en conjunto y participaban en eventos, ya sea de fantasía, anime, manga, o videojuegos[5].

Las formas de realizar un evento, que muchas veces se hacían en casas particulares o espacios públicos donde un grupo de entusiastas se reunía, fue transformándose. Ya alrededor del 2013 la situación del cosplay y los cosplayers era diferente. Sigue contando Patricia:

Simplemente se planificaban, llevaban un cosplay, y los organizadores de los eventos empezaron a darles un espacio, a hacer concursos y a promover esta modalidad. A pesar de que no existía una organización como tal, sí hubo proyectos, como Habana Cosplay[6], que fue el primer grupo que se organizó en Cuba; después le siguió la UC3, que siempre fue de fans para fans, y que no tuvo apoyo institucional, por lo tanto no llegó a mucho[7].

La inserción de la institucionalidad que representó el interés de los Joven Club, particularmente de Danays Moreno Moreno, directora del Palacio de Computación, fue un cambio que logró una nueva mirada sobre lo que podía ser la comunidad cosplayer en país. En entrevista concedida a la revista Pionero, comentaba:

Es un grupo que está diseminado, son bastantes muchachos a los que les gusta la temática, pero no tenían una institución estatal que los acogiera y los representara para poder hacer realidad todos los sueños que tenían, y tampoco un espacio donde realizar sus talleres, actividades, torneos, competencias, un lugar, además, donde pudieran continuar superándose. Como el tema tiene mucha relación con el tema de los videojuegos, la idea me encantó[8].

Hoy, el cosplay en Cuba tiene no solo adeptos, sino una organización sólida con eventos regulares. Baste mencionar el que se realizó el pasado 19 de marzo en el centro cultural Vitrina de Valonia, organizado entre la institución y el proyecto Gremiio. Esta actividad, que reunió cientos de jóvenes en la Plaza Vieja, se constituyó en un ejemplo excelente de trabajo, de colaboración y de respeto.

No obstante este movimiento tiene una gran deuda con la cultura del patio: la inserción de personajes cubanos en sus representaciones. Si bien es real que la producción de cómic o videojuegos en el país es casi nula y enfocada generalmente al público infantil; también es real la existencia de un grupo de personajes que no han sido explotados lo suficiente, desde el punto de vista de su reinterpretación. El poco interés que se les muestra a esto puede confundirse con cierto nivel de apatía o repulsión hacia las figuras de factura cubana cuando realmente el problema reamente es la poca promoción o merchandising que se les hace a ellos.

Sea el que sea el personaje a elegir, el cosplay nacional ha de saber jugar entre el buen gusto, la correcta selección y la calidad artística,   ya sea desde la confección como desde la representación. De lo que no va a haber dudas jamás es que el buen camino ya está iniciado y perfectamente listo para ser seguido por una generación que desea hacer y crecer con sus propias concepciones.


[1] Los practicantes de cosplay a menudo interactúan para crear una subcultura centrada en la interpretación de roles. Una definición más amplia del término cosplay aplica a cualquier uso de disfraz de juegos roles fuera del escenario además diseñar o confeccionar el traje (a este tipo de personas se les llama cosmaker), independientemente de su contexto cultural. Las fuentes favoritas para esto incluyen cómics, cine, libros, anime, manga y videojuegos.

[2] Mederos, Sandy. Favier Felipe, el cosplayer cubano que ha creado más de cien trajes. En: https://www,cubalite.com/cosplay-cuba-favius/. Consultado en línea, lunes 12 de abril del 2022. 8:06 pm.

[3] Se tienen noticias sobre que, mínimo el año 2008, se realizaron algunas actividades en sitios como La Madriguera y La Cobija, ambos en Centro Habana

[4] Evento mensual que durante más de tres años, reunía a los otakus de La Habana en diferentes cines, generalmente el Yara o el Riviera.

[5] León Giusette. Cosplay en Cuba, la creatividad no tiene límites. En: https://medium.com/revistapioneroweb/cosplay-en-cuba-la-creatividad-no-tiene-l%C3ADmites-e1dcaed98a94. Consultado en línea, lunes 12 de abril del 2022. 8:28 pm.

[6] Es el primer grupo de apoyo del cosplay, creado por Patricia Machín en el año 2012. Su surgimiento marca el inicio del despegue de la comunidad otaku en Cuba, debido sobre todo a las giras nacionales que realizaron para la promoción de esta cultura y la realización del Primer Festival Nacional Otaku, en el 2014.

[7] Ídem.

[8] Ídem.

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