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En busca del origen del cómic cubano

Por: Haziel Scull Suárez

Durante los siglos XVIII y XIX, el ámbito de actuación de los discursos iconográficos articulados mediante imágenes y textos fue la sátira social, política y de costumbres. La historieta nació con igual sesgo, si bien se orientó desde finales del siglo XIX al entretenimiento infantil en varios países, y se distanció del humor gráfico en su carga satírica o de comentario de actualidad.

En estas circunstancias, identificar el origen del cómic cubano es una tarea un tanto compleja, debido a lo difícil que es nombrar genuinamente cubano a lo que se producía en una colonia española. En este punto aparece Santiago García, quien en su libro La novela gráfica, plantea que el primer cómic español del que se tienen noticias se publicó en Cuba[1], en el periódico Don Junípero, en 1856.

Se trata de una imagen dibujada por un bilbaíno en un periódico de La Habana, a quien podemos considerar entonces, pionero del cómic en Cuba[2]:

Blanco Ávila acertó a señalar que el origen de la historieta cubana habría que buscarlo en las obras que el firmante “Landaluce” destinó a las publicaciones El Moro Muza y Don Junípero, desde la difusa fecha «186…» y sin dar indicaciones de por qué consideraba historietas aquellas obras (1992: 7). De Juan y otros se interesaron también por aquellos semanarios, pero más por su orientación ideológica que por su estructura formal. Ninguno de los consultados citó la publicación precedente La Charanga[3].

Fue ésta, a consideración de Barrero, la primera publicación que dirigió en La Habana Juan Martínez Villergas, a partir de 1857, y ya en la logoforma del título se adivinaba su espíritu de mofa: representado en la figura de un arlequín que enarbolaba un portaminas al lado de una caricatura del editor[4].

El creador de este dibujo, sigue Barrero, firmaba como Landaluze[5].

Se trataba de Víctor Patricio de Landaluze, nacido en 1828 en Bilbao, Euzkadi. Tuvo su formación como pintor y litógrafo en Francia durante la década del 40, aunque luego decide emprender una carrera militar. En 1850 viajó a Cuba como ayudante del general Lersundi, quien fuera designado Gobernador de la isla, y una vez allí desarrolló una carrera paralela como dibujante, poeta y periodista vinculado al editor y poeta Villergas, con quien estuvo trabajando en La Habana y en México hasta los finales 1870. Landaluze se casó en 1874 con la cubana Rita Planas, y se afincó en la localidad de Guanabacoa, dejando la ciudad de Cárdenas donde residió un tiempo. Ascendió como militar hasta alcanzar el grado de Coronel de Milicias de Infantería. Murió en 1889. Sus obras más conocidas fueron sus ilustraciones y pinturas costumbristas, como Escena galante, Día de Reyes en La Habana, El panadero y el yerbero, Diablito y En la ausencia. Estas pinturas se suman a un catalogo de ilustraciones en las cuales el también grabador, representaba la cotidianidad de la vida habanera.

Si bien el cómic, como manifestación artística independiente y con elementos propios de lenguaje e interpretación no era el área gráfica en la que podemos insertar a Landaluze, sí podemos considerar que su obra es inicio de la tradición historietística nacional (o todo lo nacional que podría ser este bilbaíno criollizado).

Específicamente funciona como evidencia para este argumento la serie Historias de las desgracias de un hombre afortunado, aparecidas en la revista La Charanga de Cuba, en los números 6, 7 y 13, entre los meses de septiembre y noviembre de 1857. Manuel Barrero dice de ella:

La primera de estas protohistorietas, se distinguía del resto del humor gráfico existente (en Cuba y en España) por su organización siguiendo el sentido de lectura occidental, por su personaje central muy dinámico y de peinado característico (al uso de los habituales en los personajes del pionero de la historieta alemana, Wilhelm Busch[6]), y por un aviso distintivo colocado en la viñeta final: «(continuará)». En el nº 7 proseguía la historia, que también emplazaba al lector a una siguiente entrega. Las aventuras del tipo en busca de posición social volvieron en el nº 13 (8 de noviembre de 1857), para concluir sus desventuras suicidándose tras haber conocido las “mieles del matrimonio”[7].  

En el estilo de Landaluze, conocedor de las técnicas de la litografía y el grabado, se evidencia una curiosa manera de utilizar las líneas y el alto contraste. Más adelante, Landaluze elaboró parecidos juegos de imágenes. Las fusiones de la luna fue una historia en cuatro imágenes que dibujó para el nº 30 de La Charanga (7 de marzo de1858), con las que trazaba un paralelismo entre los asuntos amorosos y las fases lunares. También sobre galanterías versó la serie de litografías Croquis marítimos, integradas por grupos de cuatro viñetas en las que se comparaban los embates amorosos con el cabotaje. Fueron ofrecidas en los números 31 a 33 y pese a no señalar su continuidad los personajes protagonistas eran perfectamente identificables de una entrega a la otra. Este mismo interés narrativo lo demostró el artista en el nº 36 (18 de abril de 1858), en Adelantos de la época, cuyas imágenes disponían de diálogos si bien no es posible asegurar que formasen un relato. El último número de esta etapa de La Charanga es el 39 (9 de mayo de 1858)[8].

Existió una segunda etapa en cuyo nº 9 (11 de julio de 1858), Landaluze dibujó una secuencia de dos imágenes para mostrar los intereses de un burgués en la veintena y en la treintena de edad y lo pensado por él sale proyectado desde su cabeza.

Estas historietas tienen una sorprendente similitud con Little Sammy Sneeze, del precursor del cómic estadounidense, Winsor McCay. Landaluze, como hiciera McCay luego con su personaje, utiliza el dinamismo y el movimiento, con frecuentes rupturas de la cuarta pared. Juega con las expresiones y con la cotidianidad de la existencia. Su dibujo, centrado en la precisión anatómica, se mueven en un espacio generalmente abierto, la viñeta no encierra su espacio/tiempo ni limita sus actividades.

El medio mediante el cual este artista encontró su difusión y, como negarlo, fama, fue el ya mencionado Don Junípero. Este, que había pasado por varias fases dentro de la sátira, tiene a mediados de la década del 60 del siglo XIX una renovación en cuanto a este tema, lo que condujo al cierre de la publicación. De ello dejó constancia Landaluze en el artículo publicado en el nº 30, y último, del 24 de abril de1864:

Estrañan algunos que hallándose mi periódico en un estado floreciente, lo abandone de sopeton para ir á correr la gran rumbantela europea, pero para ello me asiste una razon poderosa, (…) Me ha entrado una comezon irresistible de tratar de política. Voy, pues, á correr un bromazo político á la corte, (…) DON JUNÍPERO se vá de temporada á Madrid! Desde allí os remitirá su periódico exhornado con todo el aparato que el argumento requiere, es decir, con caricaturas que levanten roncha. [se han respetado la ortografía y el subrayado originales][9]

     Sobre este viaje insistió Landaluze por dos veces más: se dibujó a sí mismo despidiéndose de sus acreedores y / o satirizados en la gran lámina en color que apareció en las dos páginas centrales. Y además, elaboró 12 viñetas en secuencia para dos páginas del semanario que tituló Estudios sobre el mareo, en las que narraba su futuro viaje en barco tras dejar La Habana. A ésta la consideramos una historieta verdadera, pues en el texto de la primera viñeta transcribe un pensamiento del autor.

Estudios sobre el mareo, en las que narraba su futuro viaje en barco tras dejar La Habana.

Mucho se ha escrito sobre el origen del cómic, ríos de tinta se han vertido sobre el nacimiento de esta manifestación del arte y varias son las teorías a su alrededor. Sin embargo, en el caso de Cuba, tenemos claro que llega en un momento específico de la época colonial y de la mano de uno de los artistas más reconocidos de su tiempo. Landaluze es el inicio, con todo el trabajo que realiza en los periódicos habaneros, de una tradición que va llenándose de nombres a lo largo de todo el siglo XX y forma parte innegable de la identidad cultural cubana.


[1] García, Santiago. La novela gráfica. Ediciones Astiberri. Bilbao, 2005. Pág. 47.

[2] El investigador Manuel Barrero, en un artículo publicado en Tebeosfera, considera que:

La labor de Víctor Patricio de Landaluze en publicaciones satíricas dirigidas por J.M. Villergas en la Cuba española de mediados del siglo XIX destaca por encima de las de sus coetáneos. Brindó a los cubanos / españoles de su tiempo caricaturas, humor gráfico y las primeras secuencias de imágenes que podrían tenerse por historietas. Estos ¿cómics primitivos? de Bayaceto aparecidos en los finales 1850, aparte de ejercitar la sátira social y política facilitaron la aproximación a narraciones complejas sobre asuntos amorosos de los urbanitas o relatos de corte operístico o teatral, y contribuyeron a crear modelos iconográficos que identificaban las diferentes clases sociales.

[3] Barrero, Manuel. El bilbaíno Víctor Patricio de Landaluze, pionero del cómic español en Cuba. En: MUNDAIZ, 68 (VII-2004). Asociación Cultural Tebeosfera, San Sebastián. Disponible en línea el 20/VI/2022 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/el_bilbaino_victor_patricio_de_landaluze_pionero_del_comic_espanol_en_cuba.html

[4] Ídem.

[5] Aunque es generalmente aceptado que el apellido se escriba con z, como lo tienen identificado el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana; en otros documentos aparece con c (las separatas sobre El Grabado en Cuba, publicadas por Ediciones Canaricad lo inscriben así).

[6] Se refiere a Max y Moritz una historia de siete,una historia alemana en verso ilustrada. Este cuento altamente ingenioso y de carácter humorístico, narrado enteramente en coplas rimadas, fue escrito e ilustrado por Wilhelm Busch, considerado el padre del cómic alemán y publicado en 1865.

[7] López, Félix. Historia de las desgracias de un hombre afortunado (1857, LANDALUCE). En: Tebeosfera. Disponible en línea el 23-VI-2022 en: https://www.tebeosfera.com/sagas/historia_de_las_desgracias_de_un_hombre_afortunado_1857_landaluce.html

[8] Barrero, Manuel. El bilbaíno Víctor Patricio de Landaluze, pionero del cómic español en Cuba. En: MUNDAIZ, 68 (VII-2004). Asociación Cultural Tebeosfera, San Sebastián. Disponible en línea el 20/VI/2022 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/el_bilbaino_victor_patricio_de_landaluze_pionero_del_comic_espanol_en_cuba.html

[9] Barrero, Manuel. El bilbaíno Víctor Patricio de Landaluze, pionero del cómic español en Cuba. En: MUNDAIZ, 68 (VII-2004). Asociación Cultural Tebeosfera, San Sebastián. Disponible en línea el 20/VI/2022 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/el_bilbaino_victor_patricio_de_landaluze_pionero_del_comic_espanol_en_cuba.html

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